Las fuentes de Fosques y Matilde

26 de marzo de 2025

El entorno de la fuente de Matilde

Al pie del Puntaló (572 m), junto al barranco de Chóvar, nacen las fuentes de Matilde y de Gregori. La calma y la belleza del entorno han convertido este paraje tradicional en un lugar de visita obligada.


La fuente permanente de Matilde nace en la umbría a 14,4 °C, entre rocas del Buntsandstein (arenisca roja), a 377 metros de altitud. Se encuentra muy cerca de la huerta de la antigua alquería andalusí de Alfetx, documentada entre 1377 y 1573, la cual se regaba gracias a los azudes que todavía pueden verse en el barranco de Xova y en la balsa. La fuente, a su vez, alimentaba la pequeña huerta de la margen derecha mediante una conducción subterránea y una pequeña balsa. Es decir, estamos ante los restos de un antiguo sistema de irrigación de origen musulmán, reutilizado y ampliado por los nuevos pobladores desde el siglo XVII.

La historia nos lleva ahora al año 1929, cuando el matrimonio formado por Matilde Brown y Emilio Pérez inaugura su casa de veraneo: Villa Sevignac, popularmente conocida como la Casa del Negro por el sirviente que tenían, originario de la isla africana de Fernando Poo, donde Emilio era funcionario colonial. Parece que sus visitas habituales a Eslida y a la fuente terminaron dando nombre a esta última.


En las proximidades de la fuente se encuentra la cueva de Matilde, una cavidad de interés espeleológico con una profundidad de unos 50 metros explorados. Según investigaciones recientes de Jesús Almela, la parte inferior de esta cueva se inunda debido a las filtraciones del barranco de Chóvar en el tramo siguiente al azud. Esto explica la construcción de una parada para desviar el agua con fines agrícolas, realizada a partir de la atenta observación del comportamiento de la naturaleza.

Desde Matilde podemos seguir un agradable y fresco sendero que, entre helechos, musgos, alcornoques y hierbas aromáticas, nos conducirá en pocos minutos hasta la fuente intermitente de Castro.


El entorno de Fosques


Fosques es, sin duda, una de las fuentes más conocidas y concurridas de Eslida. Actualmente forma parte de una red de riego mucho más amplia que en época medieval, cuando abastecía la pequeña huerta de la antigua alquería andalusí de Beniçahada, hoy conocida como Berissanda. Según los testimonios arqueológicos, parece que el agua de este manantial llegaba por gravedad a través de una acequia, cruzaba el desnivel de la rambla de Aín mediante un acueducto con canaleta sostenida sobre pilares circulares y se almacenaba en la pequeña balsa que aún existe al pie del lugar donde se encontraba la alquería hasta el año 1526.


La fuente perenne de Fosques brota de la arenisca roja a 18,7 °C, a 375 metros de altitud. El acceso al paraje cambió en 1964, cuando el Ayuntamiento acordó urbanizar el camino por dos motivos importantes: un análisis previo (1953) calificaba el agua de la fuente como «agua potable, químicamente considerada» según los parámetros de la época, y Eslida se estaba consolidando como un destino de turismo familiar que necesitaba espacios adecuados. Fue entonces cuando también se construyó el Merendero de Panera, un lugar de encuentro en plena naturaleza. En 1996, unas obras ampliaron los caños de salida hasta los seis actuales.

Desde Fosques podemos llegar en pocos minutos a las fuentes de Ferro, Fonillet y Sant Josep. Por el camino disfrutaremos de una vista privilegiada de la huerta y el secano que se extienden hasta el cauce de la rambla, así como de las montañas que la rodean, entre alcornoques monumentales y estructuras de riego tan sencillas como antiguas. La balsa que recoge el agua es una reserva de anfibios, por lo que es fundamental evitar verter sustancias tóxicas que llevemos de casa y preservar su hábitat.


Una composición tradicional, la «Jota de Eslida», termina diciendo:
«La despedida damos al estilo de nuestro pueblo:
¡Viva el Cristo del Calvario y que dure el agua de Fosques!».